Regreso a la vieja grieta

De la convocatoria a participar del proceso que aspira a cerrar el 25 de Mayo en Córdoba con el “Pacto de Mayo”, el presidente Javier Milei dejó expresamente afuera al kirchnerismo, facción que sintetizó en cinco personalidades: la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, titular del “peor gobierno de la historia” y los “cuatro jinetes del fracaso”: Pablo Moyano, Sergio Massa, Juan Grabois y Máximo Kirchner.

En esta oportunidad, Milei dio muestras de una sutileza que se le desconocía en el arte de injuriar. Se abstuvo de mencionar al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, a quien considera solo una excrecencia intrascendente de la voluntad cristinista, sin el relieve necesario para integrar el comando del apocalipsis que atribuye a los kirchneristas. Hasta el sindicalista docente Roberto Baradel mereció la consideración de ser individualizado.

La identificación del enemigo en medio de los vituperios a la “casta política” en general se complementó con las leyes “anticasta” relacionadas con el sindicalismo. Milei promoverá que las elecciones en los sindicatos se hagan cada cuatro años, con supervisión de la Justicia Electoral y solamente una reelección posible y que los convenios colectivos de trabajo pierdan precedencia respecto de los que se negocien en una empresa o grupo de empresas.

Otro elemento significativo en el diseño del campo de batalla libertario fue la cita del expresidente peronista Carlos Saúl Menem, detalle importante si se considera que la fuente de las citas de Milei son la Biblia, el economista Milton Friedman y el prócer libertario Alberto Benegas Lynch (h).

El sobrino del riojano, Martín Menem, preside la Cámara de Diputados. Su primo “Lule” Menem, veterano funcionario legislativo, es promocionado por sus dotes de operador. El precedente menemista ofrece el canal a los peronistas para reciclarse en el orden libertario.

El exitoso reemplazo de la antinomia kirchnerismo/antikirchnerismo por la de Casta/argentinos de bien fue central para el acceso de Milei a la Presidencia. El fracaso en el Parlamento de la Ley Ómnibus, su iniciativa fundacional, la posibilidad de un rechazo al DNU/70 y la falta de respaldo institucional a su gestión lo obligaron a proponer una tregua y revisar el esquema.

Retoma la vieja grieta para tratar de aislar al kirchnerismo en el ingreso a lo que, según sus predicciones, serán los meses más duros antes de que la economía se recupere.

Los títulos difieren, pero los conceptos son los mismos. La gestión libertaria se reinicia. ¿Qué diferencia hay entre el Pacto de Mayo y la “unidad nacional” que postulaba Sergio Massa?

También son ínfimas las diferencias entre la apelación a los gobernadores para un acuerdo de gobernabilidad condicionando un nuevo pacto fiscal –“alivio”, dijo- a la aprobación de la Ley Ómnibus, con el pacto que celebró en 2016 Mauricio Macri con los caudillos provinciales cuando la Corte Suprema se aprestaba a ordenarle que descongelara el Fondo del Conurbano Bonaerense y devolviera el 30% de las retenciones que se coparticipaba a través del Fondo Sojero y el 15% de la masa coparticipable que Nación retenía para financiar ANSES.

La retórica bélica de Milei intenta atenuar los perjuicios que podría producir en el relato fundacional libertario lo que en realidad es un armisticio, que el sistema político, extenuado por tres meses de alta conflictividad, estaba también esperando.

La reticencia al kirchnerismo es un elemento muy extendido, no solo entre los diez gobernadores de Juntos por el Cambio sino también entre sus colegas peronistas. Es el factor seleccionado por Milei para intentar ampliar su base después de tres meses de desfinanciar a las provincias, con la economía atenazada por la inflación y el estancamiento.

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