El escándalo de la desigualdad

Editorial
Uno de los grandes desafíos de la humanidad para las próximas décadas es la progresiva eliminación de las enormes desigualdades que existen entre países ricos y países pobres, y entre grupos sociales hacia adentro de los países.

La brecha entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres ha adquirido rasgos escandalosos, y se requieren acuerdos globales para revertir esta tendencia que, si no se ponen en marcha políticas públicas equitativas eficaces, continuará ensanchando la inequidad.

La Convención Marco sobre Cooperación Fiscal Internacional de la Organización de las Naciones Unidas aprobó el pasado 16 de agosto un documento, denominado Términos de Referencia, que propone que los megamillonarios del mundo y las grandes empresas multinacionales paguen más impuestos para fomentar un desarrollo más justo y equilibrado a nivel global. Lo que se busca es “establecer un sistema inclusivo, justo, transparente, eficiente, equitativo y eficaz para el desarrollo sostenible”.

El documento también propone “abordar la evasión y la elusión fiscales por parte de personas con elevado patrimonio neto y garantizar su tributación efectiva en los Estados miembros pertinentes”. Asimismo, “concretar los mecanismos para un control universal de la evasión tributaria y crear los impuestos a los más ricos”.

Los Términos de Referencia se aprobaron con el voto afirmativo de 110 países. Hubo 8 votos negativos y 44 abstenciones. Todos los países de América Latina (la región más inequitativa del mundo) presentes en la Convención votaron a favor de estas reformas igualitarias, a excepción de Argentina, que se abstuvo.

La contundencia de la votación puede hacer suponer que las iniciativas propuestas en el escrito finalmente prosperarán, pero es preciso analizar el poderío de las naciones que se opusieron para aceptar las dificultades que encontrarán para su concreción. Los votos negativos fueron de Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Israel, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur.

Hay muchas otras iniciativas que procuran una mayor justicia tributaria global. El economista francés Gabriel Zucman propone que un impuesto del 2% a las 3.000 fortunas más importantes del mundo aportaría 250.000 millones de dólares anuales, aunque chocaría con la soberanía tributaria que esgrimen los territorios offshore, donde hay billones ocultos.

La Red por la Justicia Fiscal, que es una coalición independiente de investigadores y activistas preocupados por los supuestos efectos dañinos de la evasión de impuestos, la competencia fiscal y los paraísos fiscales, propone por su parte un impuesto de entre 1,7 y 3,5 por ciento anual a las grandes fortunas del mundo, lo que recaudaría alrededor de 2,1 billones de dólares, el doble de la suma necesaria para financiar la lucha contra el cambio climático en los países en desarrollo.

Todas estas propuestas, que procuran una mayor equidad en la distribución de la riqueza global, y que son apoyadas por la gran mayoría de las naciones del mundo, necesitan sin embargo de un apoyo político de los países más poderosos que por ahora no tienen, lo que explica el escándalo de la desigualdad que hoy se observa en el mundo.

Para compartir: