Meta alcanzable

Editorial
Los avances registrados en las luchas feministas para lograr el cumplimiento de la igualdad de derechos es un proceso por cierto inconcluso. Persisten inequidades cuya liquidación, aunque inexorable, llevará su tiempo. La brecha salarial es una de ellas: los hombres, aunque tengan igual nivel de estudios, ganan en promedio más que las mujeres. Se trata de una desigualdad histórica y estructural que cuesta ser removida.

Ayer se celebró el Día Internacional de la Igualdad Salarial, proclamada por la Organización de las Naciones Unidas con la finalidad de resaltar la importancia de equipar la igualdad salarial por un trabajo de igual valor. Lo decidió en 2019 y se conmemora desde 2020.

La igualdad de género y el empoderamiento de niñas y mujeres, mediante la promoción del crecimiento económico y generación de empleo con equidad salarial para hombres, mujeres, jóvenes y personas con discapacidad, es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) contemplados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La equidad salarial implica el derecho que tienen los hombres y mujeres a percibir una misma remuneración por un trabajo de igual valor, teniendo en cuenta factores como competencias, condiciones de trabajo, calificaciones y niveles de responsabilidad.

Las estadísticas globales indican que a las mujeres se les paga menos que a los hombres, con una brecha salarial de género estimada alrededor del 23% a nivel mundial. En la Argentina, según el último informe del Observatorio Argentinos por la Educación, las mujeres cobran entre un 22% y un 27% menos que los hombres, aunque ellas terminan la secundaria y la universidad en mayor proporción. En empleos formales la brecha es menor –del orden del 17%- pero en los empleos informales se estira a alrededor del 36%.

Si bien históricamente existieron las brechas salariales de género en el mercado laboral, durante mucho tiempo se explicaron, e intentaron justificar, en la existencia de una brecha educativa: los hombres alcanzaban por lo general niveles educativos más altos. Pero eso ha dejado de ocurrir, e incluso la tendencia se ha revertido.

Otros aspectos que resultan perjudiciales para la mujer es la necesidad de recurrir al pluriempleo y los trabajos hogareños o de cuidados que no son remunerados. Las tareas de cuidado de la familia, que asumen mucho más las mujeres que los varones, limitan al mismo tiempo la participación en el mercado laboral y a la oportunidad de alcanzar progreso económico.

Las estadísticas respecto de la existencia de brecha de género salarial son categóricos, tanto a nivel global como nacional. Pese a esta contundencia el actual presidente de la Nación las negó cuando era candidato, en oportunidad de uno de los debates presidenciales, con lo cual la modificación de esta realidad es más difícil en cuanto a medidas gubernamentales: no se puede cambiar lo que se niega. Pero la igualdad es una meta alcanzable, porque los procesos de transformación estratégica no dependen tanto de las gestiones de gobierno como de la capacidad de lucha de los sectores con los derechos vulnerados.

Para compartir: