La sugerencia de la senadora nacional Lucía Corpacci al candidato a embajador en Israel propuesto por el presidente Javier Milei debe interpretarse a la luz de la conducta del propio mandatario, quien a principios de febrero, durante su visita a Israel, ya en el rol de Jefe de Estado, tomó partido por este país en el cruento conflicto que mantiene con el pueblo palestino y confirmó que trasladaría la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén.
La tenebrosa organización terrorista Hamas, para la cual Israel es una “entidad nazi-sionista”, advirtió entonces que asumiría el traslado como “una violación de los derechos del pueblo palestino a su tierra y una vulneración de las normas del derecho internacional” y consideraría a la Argentina país “socio del ocupante sionista”.
En el plenario de la comisión de Acuerdos del Senado, en la que se aprobaron los pliegos de otros cinco postulantes a embajadores, ni el candidato a representar al Estado argentino ante Israel ni los senadores libertarios pudieron responder si existe algún análisis o dictamen de Cancillería acerca de los alcances que podría tener el temerario posicionamiento de Milei en una guerra que tiene complejísimos componentes históricos, culturales y religiosos. Es decir: no pudieron dar razones geopolíticas distintas a las preferencias religiosas del Presidente para que la Argentina asuma el riesgo de complicarse en tamaño enfrentamiento.
Las reservas planteadas por Corpacci fueron pertinentes dada la confusión que el Presidente parece tener entre sus predilecciones y los intereses del país, ya que el hecho de que Axel Wahnish sea su rabino personal debe haber gravitado para que lo seleccione como embajador. No aparece ningún otro elemento que justifique la designación.
“Es importante dejar en claro –remarcó Corpacci- que usted va a ser embajador argentino en Israel. Argentino. Argentina es un país, un territorio de paz y, por lo tanto, cualquier decisión que se tome nos pone en situación de debilidad y de conflicto a todos los argentinos. Y eso es algo que usted tiene que tener muy en claro. Porque vuelvo a repetir, usted no es embajador de Israel en Argentina, es embajador de Argentina en Israel”.
Esta manifestación fue calificada como “antisemita” por diferentes actores mediáticos, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y el Centro Simon Wiesenthal, sin relacionarla con los aventurados procederes de Milei en Israel, la reacción de Hamas que suscitaron y la absoluta ausencia de explicaciones sobre las razones de Estado que llevaron a dejar a los argentinos expuestos a las peligrosas consecuencias de una guerra que no les concierne más allá de lo humanitario.
Tal disociación es maliciosa. Omite que, antes de la intervención de Corpacci, el senador radical Martín Lousteau había consultado a Wahnish en varias oportunidades sobre la existencia de informes que sustenten el posicionamiento presidencial en el conflicto palestino-israelí y su eventual impacto en el reclamo de Argentina a Gran Bretaña por la soberanía de las Islas Malvinas.
Lousteau recordó que, como Malvinas, Jerusalén es “territorio en disputa” entre Israel y Palestina reconocido por las Naciones Unidas y que trasladar la sede diplomática argentina allí implicaría convalidar las pretensiones israelíes. ¿Qué haría la Argentina si un país trasladara la sede de su embajada en Inglaterra a las Malvinas?
Lousteau presentó un pedido de informes al Ministerio de Relaciones Exteriores para que “detalle y justifique, desde el aspecto jurídico al respecto y las sugerencias emanadas por Cancillería, el motivo de la mudanza” y “mencione el impacto ponderado y las posibles consecuencias en torno a la trayectoria histórica argentina, y en particular en torno al reclamo nacional sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur” de la decisión.
Esta interpelación institucional es necesaria porque el rabino personal de Milei no pudo ofrecer a los senadores precisiones al respecto, pese a las funciones que pretende desempeñar. Como tampoco las ha ofrecido hasta el momento su discípulo Javier, las reservas planteadas por Corpacci resultan menos antisemitas que ineludibles y acordes a sus responsabilidades como senadora de la Nación.