Se cumplen hoy dos años del salvaje crimen de Juan Carlos Rojas, quien era ministro de Desarrollo Social de la Provincia, referente del sindicato gastronómico y, por sobre toda función, un buen hombre, honesto, trabajador, humilde, querido por todos aquellos que tuvieron la oportunidad de tratarlo.
Todo se desencadenó en la mañana del 3 de diciembre de 2022, cuando se informó que el funcionario había sido hallado sin vida en su casa.
Su crimen fue un hecho sin precedentes que marcó a la sociedad catamarqueña, ya que fue la primera vez que un funcionario del Ejecutivo era asesinado en cumplimiento de sus funciones. Hubo conmoción total por el suceso, que además tuvo como agravante las marchas y contramarchas en torno a la investigación.
Como se recuerda, primero se informó que Rojitas había fallecido de manera natural, pero cuando se preparaba su despedida en la sede de Uthgra surgieron severas dudas.
El episodio terminó con un enjuiciamiento al fiscal Laureano Palacios, que finalmente resultó absuelto.
El martirio mayor lo sufrieron luego los familiares de “Rojitas”, fundamentalmente sus hijos Natalia, Fernando y Mónica (fallecida el año pasado).
Fueron ellos quienes, ante el estancamiento de la investigación, tomaron la dolorosa decisión de mostrar en una conferencia las fotos que revelaban las terribles condiciones en que fue hallado el cuerpo de su padre.
Denunciaron que sufrió torturas y que fue castigado brutalmente hasta provocarle la muerte.
Esa conferencia tuvo un fuerte impacto social y se sucedieron luego algunas marchas pidiendo justicia, a las cuales se sumaron políticos del oficialismo y la oposición. Pero el apoyo se fue diluyendo poco a poco y la familia volvió a quedar sola.
Entre las hipótesis que se manejan, hay un abanico de rumores y ninguna certeza. Se mencionó todo: desde un conflicto familiar hasta un problema de polleras, pasando por un robo violento e irregularidades en el manejo de los fondos gremiales o públicos.
Las pericias se sucedieron lentamente sin echar luz sobre la causa, que sigue como al comienzo, sin detenidos, sin pistas fuertes, sin respuestas.
El dirigente Luis Barrionuevo, íntimo amigo de Rojas durante décadas, copó el protagonismo en los primeros tiempos. Fue él quien puso en duda por primera vez la teoría del deceso por causas naturales. Luego prometió comprometerse hasta las últimas consecuencias para descubrir la verdad y hasta ofreció una millonaria recompensa por información fidedigna.
Como cada instancia del caso, todo quedó en la nada. Dos años después perduran únicamente las incógnitas y el dolor de sus seres queridos.