Las inversiones y el RIGI

ANÁLISIS
Por Marcelo Altamirano (*)

La inversión es hoy un tema muy sensible habida cuenta que la actual recesión no solo se explica por la caída del consumo, el gasto público, sino también por una fuerte presión a la baja de la inversión medida, entre otras cosas, a partir de la caída en los despachos de cemento, la ralentización de las empresas siderúrgicas, y la reducción prácticamente a cero de la obra pública, con la particular implicancia que esta situación tiene sobre los niveles de empleo.

En estos días se habla mucho de que, a partir del Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones conocido como RIGI, vendrán muchas inversiones a nuestra provincia.

Corresponde aclarar en forma enfática, que nuestra mirada está muy lejos de desconocer el efecto positivo de las inversiones en el proceso de crecimiento económico y que incentivarlas es muy necesario, solo pretendemos advertir sobre determinadas situaciones particulares del proceso de inversión. Pasa que nunca faltarán los vendedores de ilusiones que dirán que la empresa tal o cual invertirá en Catamarca una millonaria cantidad en dólares, sugiriendo que eso significa que todos los habitantes nos veremos beneficiados por esa situación.

Por eso es bueno distinguir algunas cosas como para que luego no se pueda argüir ignorancia, por ejemplo ¿cuándo hablamos de inversión a qué nos referimos?, ¿el concepto se comporta igual en cualquier sector de la economía?, ¿sus efectos son los mismos en cualquier caso?

¿Qué es la inversión? En forma simple, se trata de inmovilizar activos en el presente con el objetivo de acrecentar su valor futuro, esto significa postergar consumo presente (ahorro) y por lo tanto se puede entender rápidamente que quienes pueden invertir son aquellos agentes de la economía que son capaces de generar excedentes. La inversión en tanto materialización de esos activos se puede dividir en dos, inversión real e inversión financiera; interesa en este caso la real, la que se realiza a partir del uso de bienes destinados a producir otros bienes, dicho en forma simple se trata de usar recursos e insumos, producir bienes y obtener una rentabilidad.

Ahora bien, el concepto de inversión, no opera de igual forma en cualquier sector de la economía, es decir que si bien se trata de procesos similares tienen comportamientos y efectos disimiles.

Las inversiones en el sector real de la economía pueden ser intensivas según el recurso que privilegien, es decir que habrá inversiones que sean intensivas en capital, tecnología, mano de obra o recursos naturales. Una mirada intuitiva nos debería advertir que no es lo mismo poner en marcha una pizzería que hacerlo con una tienda de indumentaria y calzado, aunque ambas estén en el sector comercial; tampoco es lo mismo poner en marcha un circuito de ciclo completo en la ganadería que encarar una plantación de cultivos anuales a pesar que ambos estén en el sector agropecuario. El punto radica que si bien siempre se trata de inversiones, sus tiempos de maduración y la cantidad y variedad de recursos implicados varía a la vez que ponen en tensión la provisión de recursos y de bienes públicos en forma diferente.

También existen sustanciales diferencias cuando se hace referencia a inversiones vinculadas a los sectores en la división tradicional en economíadefinidos como primario, secundario o terciario.

Nos ocupan en este caso las inversiones en el sector primario no agrícola, estas inversiones tienen la particularidad que agotan sin reposición los recursos naturales y por tanto tienen productividad decreciente, respecto de esas inversiones, las sociedades y sus gobiernos deberían prever mecanismos de remediación económica y de trade off entre pasivos y activos ambientales.

Por otra parte, son en su gran mayoría inversiones intensivas en capital y tecnología, eso significa que es muy probable que no impliquen la compra u contratación de recursos ni regionales, ni nacionales en función del escaso desarrollo industrial y tecnológico local, ni tampoco impliquen altas dosis de empleo, es muy probable que también debemos descartar la re funcionalización de la obra civil, algo que sí es posible en inversiones industriales o comerciales.

Ejemplo: si la inversión consiste en maquinaria y equipos para la extracción de recursos, si ello requiere mano de obra especializada y esos insumos (maquinaria y equipos) provienen de otra región, la inversión no se reproduce en el sitio del recurso natural sino en extraña jurisdicción.

Es posible pensar entonces que, en este tipo de inversiones para ser entendidas como tales, el sector que contribuye con los recursos naturales no tiene otra opción de reproducción que la acción de regulación fiscal como mecanismo de compensación de propiedad.

El RIGI, en este caso, promueve inversiones que entran en esta última caracterización, con el agravante que anula toda posibilidad de compensación fiscal, cambiaria y ambiental a favor del propietario del recurso. El sistema entonces se comporta solo como un vehículo financiero y la inversión pierde todo efecto multiplicador.

La idea de estas palabras perfectamente podría reducirse en la siguiente ironía: “la pizzería local que invierte en un nuevo horno, podría generar un efecto multiplicador superior a la empresa que invierte importando un camión usado de algún otro país”, solo que en el primer caso se hablará de unos cuantos pesos y en el segundo de millones.

(*) Licenciado en Economía- Docente e investigador de la UNCA.

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