El exministro de Economía Martín Guzmán reveló que el gobierno de Alberto Fernández extendió las restricciones por el coronavirus por cálculo electoralista, en contra de su opinión y la de otros miembros del gabinete que advertían sobre el impacto negativo que tal prolongación tenía sobre la economía en general y el nivel de ingreso de los trabajadores formales e informales.
La suposición era, embudando hacia las elecciones de medio término de 2021, que “la administración de la pandemia era lo que hacía fuerte al Gobierno”.
“Por mucho tiempo era ‘no, no se puede’. Después creo que pasó a ser un problema más político, una bandera política, el hecho de que la administración de la pandemia es lo que hacía fuerte al Gobierno. Entonces, en ese caso, lo que yo les decía era que sepamos que le iba a afectar más a la capacidad de recuperación del salario real formal e informal, porque entonces, a mediados de 2021, el trabajador formal ya estaba recuperando el salario, pero el informal seguía cayendo. Eso tenía que ver mucho con las restricciones sanitarias”, contó Guzmán en una extensa entrevista concedida al programa de streaming “On the record”, que conduce el periodista Iván Schargrodsky por el canal Cenital.
“La extensión fue más larga de lo que debió haber sido. Dada la información técnica que tenía, fue más larga de lo que debía haber sido”, consideró.
Es decir que la gestión kirchnerista sometió a la sociedad a sacrificios económicos y anímicos innecesarios durante dos años en función de sus presunciones politiqueras, mientras alardeaba hipócritamente de aflicciones humanitarias y denostaba por insensible a todo aquel que los objetara, en un macartismo sanitario exacerbado que se regodeaba en la crueldad y la delación de disidentes.
El relato de Guzmán complementa las célebres imágenes de la fiesta de cumpleaños que Fabiola Yáñez celebró en Olivos en plena pandemia para el retrato de una fauna política enajenada por sus privilegios y su soberbia.
Los resultados de estas mezquinas acrobacias no pudieron ser peores, en todos los aspectos.
Más de 130 mil argentinos murieron por el coronavirus y los efectos económicos contribuyeron a profundizar la crisis.
Pero además, el Gobierno de Fernández perdió las elecciones legislativas de 2021 y fue en la resistencia al confinamiento que empezó a larvarse el movimiento de repulsa a la política que abrió pasó al fenómeno de Javier Milei dos años después.
Por supuesto, especialistas en trasladar responsabilidades, Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa estimaron que el fracaso electoral había obedecido a la falta de generosidad para las dádivas que no tuvieron problema en desenfrenar en 2023, también para caer derrotados.
El empecinamiento con la cuarentena duró, dijo Guzmán, “hasta que se perdieron las elecciones y ahí todo fue culpa del supuesto ajuste fiscal que no era tal”.
“Bajaba el déficit porque crecía mucho la recaudación impositiva con la recuperación de la actividad y con el impacto de las medidas tributarias que habíamos tomado. Si había una reducción del déficit, pero no estaba dándose una salida del Estado”, explicó.
¿Y cómo iba a haber “una salida del Estado” con conducciones políticas de proyección tan facciosa? El rol que Fernández, Cristina y Massa asignaban al Estado era el de ser instrumento para ganar elecciones, pero hasta en eso fallaron.
El largo reportaje de Schargrodsky a Guzmán está marcado por la amargura del exministro, que se siente frustrado por no haber podido completar su programa. Le faltó, explicó, respaldo político.
Renunció en julio de 2022, esmerilado por los ataques sistemáticos del kirchnerismo, que así encumbró a Massa. El desenlace es conocido: una sociedad estragada por la depresión económica y la miseria, aferrada al experimento de Milei como última esperanza.