En su paso por Catamarca para inaugurar la sede de una organización libertaria, el subsecretario legal de Ministerio de Economía de la Nación, Alejandro Speroni, desacreditó el régimen de coparticipación federal como “perverso e ineficiente” y consideró que es preciso cambiarlo por un sistema de “federalismo virtuoso”, que consistiría en fomentar la competencia entre las provincias para atraer inversiones.
El funcionario nacional vino para el lanzamiento de “La Púrpura”, que se presenta como una “usina de ideas” de La Libertad Avanza o “think tank”, como les gusta a quienes suponen que los anglicismos verifican solvencia intelectual. Teniendo en cuenta este perfil, llama la atención que nadie le haya advertido sobre la ignorancia que trasmiten sus manifestaciones.
El sistema de coparticipación federal sancionado en 1988 es el más importante de los dispositivos institucionales tendientes a atenuar las profundas asimetrías regionales que existen en la Argentina. No se trata, como pretende Speroni, de una perversión demagógica, sino de un instrumento que procura establecer equidad entre las provincias y, fundamentalmente, la integración nacional.
Según Speroni, fue “fruto de una componenda política espuria impulsada principalmente por (Antonio) Cafiero, que tenía como contendiente a (Carlos) Menem, y aprobó y validó un régimen que es perverso, que tiene contraincentivos para que las provincias se desarrollen». Vaya a saberse de dónde sacó este hombre tan estrafalaria y conspirativa versión. Salvo que se proceda a una sesión de espiritismo, no es posible consultarle a Cafiero, ni a Menem, ni a Raúl Alfonsín, que era el Presidente cuando se sancionó la ley.
Atacar el régimen de coparticipación federal equivale a atacar intereses y derechos de la Provincia de Catamarca
Más sencillo resulta corroborar que el sistema de coparticipación surgió de un amplio consenso político en cuya construcción intervinieron todos los gobernadores de entonces, a lo largo de un proceso en el que don Vicente Leónides Saadi gravitó de modo determinante para los intereses de Catamarca. Una obra ejemplar de arquitectura institucional, incomprensible para quienes prosperan exclusivamente en la discordia. La magnitud de tal consenso no puede sorprender.
Hasta que la coparticipación federal fijó transferencias automáticas de un porcentaje de la recaudación tributaria a las provincias, los gobiernos provinciales no podían tener certeza sobre sus ingresos y debían someterse a sistemáticas tratativas con la Presidencia para obtener financiamiento. Es decir: estaban a expensas de la arbitrariedad del poder central.
La Coparticipación dispuso criterios objetivos de reparto, al establecer la masa de impuestos coparticipables y una distribución primaria del 42,34% para la Nación y del 54,36% para las provincias. Esta relación fue modificándose a lo largo de los años por diferentes acuerdos entre las partes, pero nunca varió lo que se denomina distribución secundaria, que es el porcentaje que cada distrito recibe de lo asignado a las provincias.
La muñeca política de Vicente Saadi obtuvo un diferencial importante en beneficio de Catamarca, legado que le reconocen propios y extraños.
Atacar el régimen de coparticipación federal equivale, de tal modo, a atacar los intereses de los catamarqueños. Es avalar la sustracción de recursos que le permiten a la Provincia acortar la brecha de su potencial de desarrollo frente a jurisdicciones como las de la Pampa Húmeda. Si no es traición, le pega en el palo. Lo de Speroni revela un desconocimiento de las realidades del interior y de la historia nacional más inquietante por provenir de quien vino de visita para promover un enclave intelectual. Si estos son los ideólogos, cómo habrá de ser el resto.
El Estado nacional argentino se consolidó después de arduas y cruentas luchas de un interior postergado por los intereses del puerto de Buenos Aires. El tucumano Julio Argentino Roca llegó a la Presidencia tras derrotar el alzamiento del bonaerense Carlos Tejedor y federalizó la capital de Buenos Aires para convertirla en capital del país. Como el régimen de coparticipación, fue una decisión política tomada para matizar el desmesurado peso de Buenos Aires en la balanza de poder y avanzar hacia la integración.
Ni Hipólito Yrigoyen, ni Perón: Roca, Speroni.