Empieza el despegue

El gobernador interino de Tucumán, Osvaldo Jaldo, confirmó que convocará a las elecciones provinciales para junio del año que viene, separadas de las nacionales, como en 2019. El de Tucumán es así el gobierno que decide divorciar la definición de su esquema de poder territorial del destino de la Casa Rosada, que se jugará entre agosto y noviembre, con las PASO en el primer turno.

En Buenos Aires, mientras tanto, el senador de Juntos por el Cambio Joaquín de la Torre, exintendente de San Miguel y ministro de Producción durante el gobierno de María Eugenia Vidal, ya presentó el proyecto para desdoblar que había anunciado y que el kirchnerismo ve con buenos ojos para despegar del presidente Alberto Fernández.

El tembladeral de la incertidumbre nacional estimula el proceso de fragmentación. Los caciques se blindan para tratar de conservar su poder ante la ausencia de liderazgos con solidez suficiente como para articular un proyecto que los ordene.

La conformación de la liga de gobernadores del Norte Grande fue el primer y más claro síntoma de esta deficiencia. Sus objetivos eran atenuar las asimetrías con el área metropolitana y constituirse en los cimientos de una consolidación de Fernández que le permitiera equilibrar cargas con Cristina Kirchner.

Le siguió, a principios de abril, la reactivación de la Región Centro, integrada por Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. La presidencia “pro témpore” de la organización fue asumida por el cordobés Juan Schiaretti.

“Jamás vamos a abandonar el planteo del federalismo porque nuestra mirada es desde el interior de la patria. Nos paramos para mirar la Argentina desde el interior productivo y no desde el AMBA”, dijo al hacerse cargo, en un acto realizado en Santa Fe junto al mandatario de esa provincia, Omar Perotti, el entrerriano Gustavo Bordet, y el secretario del Consejo Federal de Inversiones, Ignacio Lamothe.

Reflejos de autoconservación de los gobernadores peronistas inquietos por la posibilidad de ser arrastrados por una debacle del Frente de Todos, como le ocurrió a varios en las elecciones de medio término.

Es un escenario similar al que se planteó en 2019. Con el telón de fondo del desplome de Macri y la incertidumbre por el armado peronista nacional, la mayoría de los gobernadores desacopló sus elecciones de las nacionales.

El cronograma se desdobló en nada menos que diez turnos, que incluyeron una consulta popular el 27 de enero en La Rioja por la reforma de la Constitución provincial que el entonces gobernador Sergio Casas había hecho aprobar en la Legislatura para procurarse un segunda reelección. Finalmente, los comicios programados en esa provincia para el 12 de mayo fueron suspendidos por la Justicia y los riojanos votaron en las Presidenciales, el 27 de octubre, junto a solo otros tres distritos: Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires y Catamarca.

Neuquén abrió el raid el 10 de marzo, seguido por Río Negro, que votó el Día de la Zamba: 7 de abril

Córdoba lo hizo el 12 de mayo. Schiaretti obtuvo una reelección aplastante; una semana después Cristina designó candidato a presidente a Fernández y comenzó el colapso de Consenso Federal.

El 19 de mayo votó La Pampa, el 2 de junio San Juan y Misiones.

Chubut, Entre Ríos, Jujuy y Tucumán lo hicieron el 9 de junio. Una semana después, el 16, Santa Fe, San Luis, Tierra del Fuego y Formosa.

Santa Cruz concurrió a las urnas el 11 de agosto, en coincidencia con las PASO nacionales. El 29 de septiembre votó Mendoza, y cerró el calendario Salta el 11 de noviembre.

Jaldo anticipa la réplica del diseño de la fragmentación.

Nadie quiere el destino de Vidal, que desistió de hacer las elecciones bonaerenses por separado y perdió la reelección arrastrada por la debacle de sus jefe, Mauricio Macri.

Fuente: El Ancasti

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