El que no llora no mama

La reducción del precio de los vuelos de Aerolíneas Argentinas a Catamarca confirma que el régimen tarifario discriminatorio que la firma aplicaba para la provincia era producto de una arbitraria negligencia, incompatible con los principios de equidad que la línea de bandera pregona, en general cuando tiene que justificar sus abultados déficits.

La visibilización en la prensa del desmesurado costo adicional que se imponía a quienes viajaban desde Buenos Aires a Catamarca precipitó reacciones que obligaron a Aerolíneas a reformular su esquema de precios.

La operación resultó ser más sencilla de lo que podía colegirse: a partir de abril se incrementará la cantidad de vuelos con destino catamarqueño, de modo que al haber mayor cantidad de butacas disponibles, su precio se reducirá.

¿Por qué no se hizo antes? Capaz que no se ejerció la presión suficiente, ni se había expuesto a la opinión pública con tanta crudeza la inequidad.

Volar a Catamarca podía llegar a costar hasta 300% más caro que a la provincia de Tucumán. El ejemplo con el que este diario disparó las reacciones y repudio era brutal.

El periplo entre Aeroparque y Tucumán, ida el 14 de marzo y vuelta el 21, costaba $22.830. El mismo periplo en el caso de Catamarca debía abonarse $83.234.

$60.404 de diferencia, un 264% más cargado a la cuenta de los pasajeros con destino al Aeropuerto Felipe Varela. Con lo que se gastaba para venir una vez a Catamarca, un visitante podía hacer cuatro viajes a Tucumán.

Luego de los reclamos de diferentes sectores por el abuso, la empresa estatal decidió establecer una tarifa similar a las que se pagan en provincias vecinas.

«Aerolíneas Argentinas confirmó que incrementará sus frecuencias a la provincia de Catamarca, pasando de 7 vuelos semanales a 11 a partir de abril. Luego, en septiembre serán 12 las frecuencias semanales», informó la firma y explicó que dicha ampliación representa un incremento del 203% más en asientos que el año anterior y a su vez, un 111% más que en 2019.

Debido al incremento de la oferta, el precio de la tarifa base alcanzará los 11.574 pesos por tramo más impuestos, «por lo que un pasaje ida y vuelta podría costar 27.000 pesos con una anticipación de compra de 30 días. La estructura tarifaria será equiparable a la de Tucumán y La Rioja», consignó la firma.

“Es una buena noticia para los catamarqueños, ya que van a contar con una mejor oferta a nivel general, tanto en vuelos como en tarifas. Aerolíneas está comprometida con el federalismo y ésta es una acción que va a esa línea”, expresó su presidente, Pablo Ceriani.

Se agradece, pero no puede dejar de señalarse que el compromiso con el federalismo se le despertó al funcionario recién cuando tomó envergadura la indignación que provocó entre los catamarqueños el escandaloso abuso con el que eran castigados.

En rigor, la secuencia de los hechos marca antes la fragilidad del federalismo que la robustez que pretende asignarle Ceriani, ya que se verificó lo certero del aserto popular “el que no llora no mama”, que Discépolo antepuso en su célebre “Cambalache”, casualmente, a “y el que no afana es un gil”.

De haber un compromiso con el federalismo real, los jerarcas de Aerolíneas Argentinas hubieran advertido que los perjuicios acarreados a Catamarca por su política tarifaria superaban el precio de los pasajes para extenderse a actividades como el turismo. Es raro, porque la jefa Cristina, cuando alude al déficit que se le recrimina a la línea de bandera, retruca que éste se ve compensado en el balance general del país por los ingresos que dejan los visitantes que arriban a las provincias en los vuelos.

Al parecer, Catamarca no merecía ser considerada en el virtuoso circuito, hasta que el ultraje se tornó inocultable y obligó al funcionariato a sacudirse las itas.

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