El dedo en la llaga

El oficialismo se sintió impelido a desacreditar las objeciones al sistema educativo provincial de la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, quien visitó Catamarca para respaldar a “El cambio de nuestras vidas”, sector que en las PASO Juntos por el Cambio postula como precandidato a gobernador al diputado nacional Rubén Manzi.

Que el Gobierno no haya respondido hasta ahora con tanta celeridad y energía críticas incluso más acidas sobre otros temas indica que sintió el golpe asestado por la funcionaria porteña.

Dado que está en campaña, es comprensible que saliera de inmediato a tratar de partir la cancha: los resultados de las pruebas Aprender ubican a Catamarca entre los distritos con peores desempeños educativos del país.

Aunque en 2022 se registraron mejoras significativas en el nivel primario respecto del año anterior, cuyos indicadores habían sido pésimos, las marcas del secundario fueron catastróficas, con el 91,7% de los estudiantes sin haber alcanzado niveles satisfactorios en Matemáticas y el 50,9% en igual situación en Lengua.

Las cifras superaron holgadamente la media nacional: 11,7 puntos por encima del 80% en el caso de Matemáticas, 7,9 en Lengua.

Las encargadas del retruque fueron la ministra de Educación Andrea Centurión y la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Guerrero, quienes enumeraron los puntos más importantes de la política educativa provincial pero pusieron especial énfasis en cuestionar la de la propia Acuña en CABA.

Sin embargo, independientemente de las conclusiones que puedan extrapolarse de este cotejo, sería demasiado arduo rebatir el punto central de la conferencia de prensa que dio Acuña.

Por muy ineficaz y hasta nociva, que pueda considerarse la gestión de la porteña y del jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, habrá de convenirse que el sistema educativo catamarqueño requiere “una reforma profunda”.

El problema no es de ahora, sino que se remonta a décadas. Se arrastra incluso desde antes de la asunción del peronismo.

La incidencia de la suspensión de las clases presenciales en 2020 por la pandemia es tan innegable como el desplome sostenido de añares en los niveles de calidad educativa, que ningún Gobierno pudo revertir. Las disposiciones tomadas por la peste impactaron sobre un sistema estragado y unas relaciones entre Gobierno, sindicatos y comunidad educativa viciadas, que ni siquiera pueden alumbrar una reforma del anacrónico Estatuto Docente.

Acuña aseguró que siguió “a la provincia desde el Consejo Federal”.

“Vi todo lo que se podía hacer y no se hizo, todo lo que se dejó de hacer y las peleas que no se quisieron dar. Creo que hay que decirle basta a todo eso, es necesario un cambio de verdad para salir del pozo en el que está Catamarca, necesitamos una oportunidad para el desarrollo de nuestros chicos”, indicó.

Por supuesto, la ministra también está en campaña y su intención es posicionar a Rodríguez Larreta. Tal cosa no releva a la gestión educativa catamarqueña de dejar el flanco expuesto. Más allá de lo que Centurión y Guerrero consignaron, se ve que el cuchillo entró.

En este mismo espacio se destacaron las mejoras en las Pruebas Aprender del nivel primario de 2022, que Centurión mencionó al cruzar a su colega. Fueron, en efecto, los mejores registros en 10 años.

Pero el derrumbe en el secundario que se informó a continuación vino a recordar que una golondrina no hace verano y que Catamarca tiene pendiente aún la reforma de fondo de su sistema educativo. Es notorio en tal sentido que el tema no sea tan visible entre los argumentos proselitistas del oficialismo como las viviendas o la obra pública.

Metiéndolo en la agenda de campaña Acuña metió, también, el dedo en la llaga.

Fuente: El Ancasti

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