El dedo desesperado

Opinión
Con la intervención a los partidos de Salta y Misiones, Cristina Fernández de Kirchner revela los motivos que la llevaron a hacerse con la Presidencia del PJ nacional: digitar las listas de candidatos al Congreso para colocar tropa propia.

Aunque la atención política se concentre sobre todo en la cantidad de diputados y senadores nacionales que pueda colocar Javier Milei para transitar el segundo tramo de su mandato, el medio término arrojará otro elemento de importancia fundamental: cómo quedará la representación kirchnerista, que hasta ahora gravita como primera minoría en las dos cámaras del Parlamento. Como titular del PJ, CFK elige imponer sus candidatos a dedo en lugar de explorar acuerdos con los líderes provinciales.

El kirchnerismo pone en juego 14 de los 24 escaños que se renuevan en el Senado y 47 de los 127 que cambian en la Cámara de Diputados. Esto es 14 de sus 33 senadores nacionales y 47 de sus 99 diputados, casi la mitad de sus brazos.

En el caso del Senado hay que añadir un elemento: de las ocho provincias que cambian solo una, Santiago del Estero, con Gerardo Zamora, tiene gobierno afín al kirchnerismo.

Salta elige sus tres senadores nacionales y tres diputados. De los senadores, dos responden al gobernador Gustavo Sáenz y el tercero es el veterano Juan Carlos Romero. De los tres diputados, uno es de Sáenz, otro el sinuoso Carlos Zapata, que se sumó a los libertarios, y la tercera es Pamela Caletti, del bloque Innovación Federal.

Misiones renueva solo tres diputados, ninguno de los cuales está enfilado con el kirchnerismo.

El argumento para la intervención de ambos distritos es que legisladores electos allí por el PJ votaron con los libertarios, pero lo mismo ocurrió con los catamarqueños o los tucumanos, por ejemplo, y no se tomó la misma medida.

Es comprensible: la presidenta del PJ Catamarca es la senadora nacional Lucía Corpacci y la estructura partidaria en Tucumán es capitaneada por el exgobernador Juan Manzur, que se desempeña actualmente como senador nacional. Como en otras provincias, CFK abriga esperanzas de poder incidir a través de ellos en la confección de la oferta electoral, pero hay vínculos y alianzas distritales que entrarían en tensión.

El caso es que la expresidenta maniobra para tratar de retener incidencia en contra de las aspiraciones de jefes territoriales que incluyen al propio gobernador bonaerense Axel Kicillof, en un contexto en el que son cada vez más notorias las dificultades que tiene para embridar a las bancadas peronistas.

Salta y Misiones marcan hasta dónde está dispuesto a llegar el ultrakirchnerismo. La gran incógnita es si el sello del PJ le alcanzará para neutralizar su caída.

La arena parlamentaria podría cambiar drásticamente a partir de diciembre menos por el crecimiento de los bloques libertarios puros que por un retroceso k que acentuaría la dispersión en una etapa determinante, en la que Milei comenzará ya a trabajar en firme para buscar su reelección.

El mecanismo de la intervención partidaria para imponer candidaturas desde la metrópoli fue aplicado en Catamarca en 2009. El PJ nacional controlado por los Kirchner intervino al PJ provincial y el interventor, Jerónimo Vargas Aignasse, retiró al partido de la contienda.

Los postulantes justicialistas eran entonces Luis Barrionuevo, a senador nacional, y Raúl Jalil, a diputado. La decisión de Vargas Aignasse los dejó fuera de juego en beneficio del Frente para la Victoria, que llevó como candidata a senadora a Corpacci -vicegobernadora de Eduardo Brizuela del Moral desde 2007- y a Dalmacio Mera como primer postulante a la Cámara baja.

Corpacci llegó al Gobierno dos años después y desde entonces la representación del peronismo catamarqueño en el Congreso fue copada por kirchneristas: la senadora Inés Blas de Zamora y el Dip.Nac. Isauro Molina son los ejemplos más acabados de esta mecánica, que ahora se intentará replicar con una diferencia clave: CFK tiene la lapicera partidaria, pero no la de la Casa Rosada.

Para compartir: