Dos perlas de la indefensión

Que el sujeto que le pegó un tiro en el brazo a un productor rural en un campo de Aconquija continúe prófugo a una semana del incidente es otra muestra de las deficiencias de los aparatos judicial y policial de Catamarca.

Por el contexto, cuesta creer que el sospechoso del atentado cuente con los recursos y relaciones indispensables para sustraerse del brazo de la Justicia, pero podría ser. En cualquier caso, su búsqueda no ha tenido excesiva repercusión. Uno de los supuestos cómplices del agresor estuvo detenido por unas horas y fue liberado sin haber proporcionado mayores pistas.

El episodio fue grave y no terminó en homicidio de pura suerte, salvo que el señalado como autor de los disparos sea un pistolero tan hábil que haya tirado con la intención de solamente herir a su blanco. Un portento de puntería.

Humberto Maza, de 67 años, junto con su hijo Franco, de 23, recorrían a caballo el jueves de la semana pasada un campo que tienen arrendado en El Durazno, Aconquija, cuando vieron a un hombre al que identificaron con el apellido Figueroa que estaba dentro del predio junto con al menos otras cuatro personas, también montados.

De acuerdo con lo que Maza hijo denunció, Figueroa bajó de su caballo y sin mediar palabra hizo entre ocho y 10 disparos con un arma de fuego “de puño”. Uno de los proyectiles fracturó el húmero de su padre y otros dos impactaron en el caballo que montaba.

Maza padre fue trasladado a un centro de salud privado de la Capital, donde se le practicó una cirugía. Fue dado de alta, pero deben colocarle una prótesis.

La Policía arrestó en averiguación del hecho a un sujeto de apellidado Luna, de 46 años, que habría sido uno de los acompañantes del tal Figueroa, quien se dio a la fuga. También se secuestró el caballo de Maza, que tenía las lesiones de los tiros y se encontraron en el lugar del hecho dos balas de calibre 38.

Luna fue liberado, de Figueroa no se sabe el paradero. Al parecer es un hombre de avería, con antecedentes por abigeato, que habría herido a un familiar también de un tiro, años atrás, en el marco de un altercado.

La familia Maza hizo lo que corresponde y recurrió a la Justicia, pero no ha obtenido hasta ahora respuestas y se encuentra en la poco envidiable posición de tener que seguir con su vida mientras el sujeto que intentó matar a uno de sus integrantes sigue libre, lo mismo que quienes según la denuncia estaban con él en el momento del ataque. Esto, en un lugar tan chico como Aconquija.

¿Sería lo mismo si los agredidos estuvieran mejor conectados?

Dada la impunidad del asesinato del ministro Juan Carlos Rojas, la respuesta es que tal vez sí.

El caso tiene puntos de contacto con el del oficial inspector de policía Luis Miranda, su padre y su hermano, que fueron encartados por privación ilegítima de la libertad y coacción.

El clan habría irrumpido en una vivienda para tratar de recuperar un parlante que le habían robado y se ofrecía para la venta en la red social Facebook y terminaron enfrentándose con los moradores y quienes los acompañaban, uno de los cuales ligó un culatazo en la cabeza.

Un policía no confía en la propia institución que integra para recuperar bienes que le han robado. ¿Qué dejar para las víctimas del delito civiles, como los Maza?

Un caso de justicia por mano propia protagonizado nada menos que por un oficial de la Policía, su progenitor y su hermano. Un episodio propio del far west en Aconquija.

Otras dos perlas para constatar la indefensión.

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