De rebote, el Caso Rojas

Una causa por violencia de género y abuso volvió a colocar el foco sobre la posible alteración de la escena del crimen del ministro Juan Carlos Rojas, cuya investigación lleva ya casi un año y medio sin que se avizoren posibilidades de esclarecimiento.

El policía retirado Leonardo Sotelo Delgado declaró ayer que su pareja, la también policía Lorena Cabana, le contó el mismo día del hallazgo del cadáver de Rojas que había recibido órdenes de informar que la muerte del ministro se había producido por causas naturales y que había modificado algunas cosas en la escena del crimen.El testimonio llega al expediente Rojas de rebote. https://e8a539b8cecc314ca2eb8b98539b4a22.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html Cabana denunció a Sotelo Delgado por violencia, abuso y amenazas. Tras permanecer un tiempo prófugo, Sotelo Delgado se entregó y aseguró que la denuncia de Cabana era parte de un chantaje para disuadirlo de contar lo que sabía del Caso Rojas. Ha de convenirse que el hombre se tomó su tiempo para cantar, detalle llamativo si se consideran los ribetes escandalosos que han rodeado al asesinato del ministro, con el jury que absolvió al fiscal Laureano Palacios incluido.

A pedido del abogado de los hijos de Rojas, el fiscal Hugo Costilla citó de inmediato a declarar al expolicía, tanto para incorporar su testimonio a la voluminosa causa como para, seguramente, evitar que el sujeto se convirtiera en uno de tantos “testigos clave” que aprovechan sus fugaces celebridades para desplegar elucubraciones.

El tardío testimonio de Sotelo Delgado se ajustó a lo que ya había testificado Cabana, que participó de los peritajes en la casa de Rojas y señaló en la causa que Tomás Rodríguez, por entonces jefe de la División de Homicidios, le había ordenado informar el deceso como “muerte natural”. Sotelo Delgado añadió que Cabana le dijo que había cambiado algunas cosas de la escena del crimen ¿Qué habrá cambiado?

Durante el jury a Palacios, el fiscal y Fernando Rojas coincidieron en consignar que, en la escena del crimen, alguien les dijo que la muerte del exministro no había sido producto de un homicidio, pero ninguno de los dos identificó a quién o quiénes lo habrían hecho. Se limitaron a decir que era personal de la Policía o la Justicia.

Fue entonces que se conoció el testimonio de Cabana, quien se había sorprendido porque notó al llegar a la escena del crimen que no estaba perimetrada, cuando ya habían pasado unas dos horas del hallazgo del cuerpo. Tras finalizar su tarea, que consistía en tomar fotografías, recordó que le solicitó al jefe de Homicidios que le dijera cuál era la causa probable de la muerte porque no lo había escuchado de la médica forense y que Rodríguez la instruyó para que registrara el caso como “muerte natural”. Esto, dijo la policía, le había parecido extraño, ya que la investigación no estaba finalizada y todavía faltaba el resultado de la autopsia.

Otra policía, Sofía Víctoria Gázquez Tello, testificó que Cabana le dijo a Rodríguez que informaría el hecho en el grupo de Whatsapp de la División Homicidios como muerte dudosa, pero Rodríguez la corrigió y le indicó que la registrara como muerte natural.

Rodríguez, por su parte, negó todo, pero fue relevado de su puesto unos meses después del homicidio.

Independientemente de la credibilidad y el alcance que pueda tener el testimonio de Sotelo Delgado, repone en la agenda los defectos en la instrucción de la investigación, sobre los cuales no se han asignado responsabilidades.

Palacios, el fiscal originario, fue absuelto en un polémico fallo dividido del jury. No hay pronunciamiento alguno sobre el papel que jugaron los peritos. El flanco policial tampoco fue objeto de recriminaciones oficiales.

Ahora se espera la reconstrucción del hecho, a ver si alumbra algo.

Mientras tanto, que el crimen del ministro Rojas continúe impune y sin pistas firmes es para la Justicia una fatalidad del destino. Nadie tiene la culpa.

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