OPINIÓN
El precedente de la derrota sufrida a manos de los libertarios exacerba la interna en el radicalismo por el reparto de las candidaturas a la Cámara de Diputados para las elecciones del año que viene, en las que el partido pondrá en juego 8 bancas.
Como todos los que concluyen mandato tienen intenciones de reelegir y no es para nada descabellado suponer que los libertarios vayan a copar nuevos escaños, la pelea de posicionamiento para acceder a los primeros lugares se hace cada vez más cruda, en una escena muy fragmentada.
Terminan Alfredo Marchioli (presidente del partido y referente de Evolución), Silvana Carrizo (del sector del senador nacional Flavio Fama), Luis Fadel (castillismo residual), Cristina Gómez (de MORADA), Carlos Marsilli (del diputado nacional Francisco Monti), Alicia Paz (última sobreviviente de lo que fue el brizuelismo) y Alejandra Pons (del MIRA del ex intendente de Valle Viejo Gustavo Jalile).
Una banca por línea hacia una elección de pronóstico más que reservado, que configurará la Legislatura para el último tramo del mandato de Raúl Jalil, con una referencia previa inquietante: el año pasado Juntos por el Cambio metió solo cuatro diputados. El mapa de las reelecciones es una síntesis de la crisis radical. Se entiende la desesperación y la saña de los golpes intestinos.
Ayer, por caso, se viralizó una recriminación de la presidenta de Franja Morada de la Facultad de Tecnología a Marchioli por, supuestamente, pretender utilizar horas de su cátedra como profesor de Geología Estructural para filmar un “video político”. Justo cuando los libertarios cargan sobre la universidad pública… Imposible no vincular el inusual reproche con los litigios boinablancas que, en el terreno académico, enfrentan a Fama, Marchioli y el rector Oscar Arellano.
En este contexto, Marchioli sufrió algunos reveses en su condición de presidente del partido ante los que empieza a reaccionar para cuidar la banca que arriesga en 2025, escalando en críticas al Gobierno en las que no consigue arrastrar a sus compañeros de bloque ni al partido que conduce.
La Corte de Justicia le asestó un golpe en esta línea de acción al rechazar la acción de amparo que había planteado en contra de la emergencia energética decretada por el Gobierno y el incremento de la porción de EC SAPEM en la tarifa de la luz resuelta por el ENRE.
La Sala de Amparos del Tribunal, integrada por Miguel Figueroa, Fabiana Gómez y el último ministro que queda de la Corte del FCS, José Ricardo “Pepe” Cáceres, le negó legitimación para arrogarse la representación de los usuarios y resaltó que la resolución del ENRE que habilitó el aumento del VAD fue legal y legítima.
Antes de que se conociera esta sentencia, Marchioli había informado sobre una denuncia penal que interpuso contra el gobernador Raúl Jalil y el ministro de Servicios Públicos, Eduardo Niéderle. Según el legislador, la obra del acueducto incluida en el proyecto Costanera Norte tiene como único objetivo valorizar tierras pertenecientes a la familia Jalil y se ejecuta sin haber cumplido con los procedimientos legales y administrativos correspondientes.
Para esta arremetida sí logró el acompañamiento de dos diputadas, que también concluyen mandato el año próximo: la brizuelista Alicia Paz y Alejandra Pons, de la línea del “Gallo” Jalile. Tal vez la conferencia de prensa haya mostrado el embrión de una eventual alianza para la batalla por las candidaturas.
Lo llamativo es el “silencio stampa” del resto de la bancada y también de la UCR, pese a que Marchioli es formalmente el presidente del partido. Ni siquiera se plegó Tiago Puente, cercano a los libertarios, que no se priva de atacar al Gobierno cada vez que puede, aunque con la tranquilidad de tener la banca en el buche hasta 2027.
Con el llano en la nuca de la mitad de sus diputados, el radicalismo ramifica sus fracturas en un archipiélago de intereses electorales encontrados.
Desde que ganó la interna por la Presidencia en abril de 2023, Marchioli no ha podido dar con la clave para conciliar la miríada de facciones y diseñar una estrategia común.
El Gobierno no festeja tanto como los emergentes libertarios, que se entusiasman con la posibilidad de otro gran golpe electoral.