La conducción del SOEM intenta disimular su aislamiento con la amenaza de trasladar a la plaza 25 de Mayo el acampe que mantiene desde hace dos semanas frente al Palacio Municipal y la insistencia en una retórica exaltada y triunfalista que no resiste la más elemental confrontación con la realidad.
Si no fuera por las disparatadas declaraciones de Walter Arévalo y el pupilo que puso a cargo de la Secretaría General del gremio, Luis Álamo, o las molestias que provocan unas cada vez más anémicas marchas por el centro, nadie tendría la menor idea de que los empleados de la Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca están de paro desde hace más de un mes.
Ocurre que en realidad no hay paro municipal más que en los papeles, a los efectos burocráticos. Los servicios no se han resentido y los descuentos por días de paro que el municipio aplicará afectan solo a unos 1.600 de los 10.000 agentes municipales que hay entre plantas permanentes y becados.
Sólo el 16% de los municipales se plegó a las disparatadas estrategias que ejecutó “Javier Milei” Álamo por sugerencia de “Karina” Arévalo. En este sentido, es notorio cómo los verborrágicos líderes del SOEM se regodean en las proclamas insurreccionales y las humoradas, pero se abstienen de informar sobre el nivel de adhesión a la huelga.
Las sobreactuaciones suelen ser la medida del fracaso.
La falta de legitimidad de Javier y Karina se manifiesta además en que las podas no serán iguales para todos los afectados, porque el de por sí escaso consenso que tuvo la medida de fuerza desde un principio fue cayéndose conforme que se hacía evidente su esterilidad.
No obstante, Arévalo declaró ayer que “el municipio va perdiendo 10 a 0”, en otra muestra de alienación.
En el tiempo que lleva el paro, no recibió una sola expresión de solidaridad o respaldo del resto del arco sindical. Este silencio es interesante como indicio de falta de sensibilidad política, porque tampoco se pronunció ninguna de las agrupaciones de autoconvocados estatales que pululan en Catamarca y, por el contrario, apareció el embrión, muy precario aún, de lo que podría ser una organización de este tipo en el municipio.
Después de que el SOEM se negó a firmar un aumento del 25% desde mayo que llevaría el sueldo mínimo de los municipales por encima de los $500.000, comenzó a circular y sumar firmas por las diferentes reparticiones de la Municipalidad una nota para pedir a la Intendencia que proceda con el incremento al margen de lo que opine el SOEM.
Una aspiración lógica: los municipales capitalinos son los únicos empleados estatales de la Provincia que todavía no han accedido a un aumento que, a raíz de los disparates del sindicato, tampoco verán reflejado en el aguinaldo.
Con lo que propone la comuna, la mejora salarial alcanzaría 65% hasta julio, con un bono adicional de $60.000 pesos.
Como el SOEM se niega a aceptar la oferta mientras la patronal no desista de ejecutar los descuentos sobre un sector muy minoritario, los sueldos quedaron congelados en el aumento del 40% que se había pactado en marzo y se terminó de pagar con los emolumentos de abril.
“Sentimos que nos encontramos en una encrucijada que nos toma como rehenes, puesto que quedamos en el medio de negociaciones a medias, decisiones impulsivas, irresponsabilidades, delegados que hostigan y presionan”, dice la nota de los autoconvocados.
Es pertinente recordar cómo empezó todo: el SOEM pidió un aumento del 50% y convocó a paro por tiempo indeterminado sin siquiera esperar la contrapropuesta.
Hace más de un mes que Javier y Karina tienen a la familia municipal como rehén de sus dislates y veleidades revolucionarias.