Aparecieron las garras

Era previsible que el segundo y último debate entre los candidatos a la presidencia ganara en agresividad, hecho que lo hizo no sólo más entretenido que el primero, sino también más esclarecedor. También era previsible que Sergio Massa, en su condición de postulante oficialista, fuera el centro del fuego más intenso de sus antagonistas en esta segunda ronda. Su eficacia para justificar el desmadre económico que ha provocado su Gobierno y él mismo como ministro de Economía depende en gran medida del posicionamiento de quién lo evalúe. No se apartó del guión habitual en este asunto: deuda con el FMI por Mauricio Macri y sequía como causa de la inflación desbocada, el crecimiento exponencial de la informalidad y el derrumbe de las reservas del Banco Central (menos diez, como en el chinchón, dijo Juan Schiaretti). Es una dialéctica que ya se había desarrollado bastante en el anterior intercambio, la impresión es que ese eje no modificará preferencias salvo que se desencadene una híper, y para el caso ya se habrá definido la primera vuelta electoral.

Más dificultades tuvo Massa para sacarle el cuerpo a la agenda de la corrupción, que esta vez sí estuvo presente con mucha fuerza y con un detalle: los contendientes del ministro candidato lo abordaron como uno de los motivos del deterioro económico.

Naturalmente, fue Patricia Bullrich la que más se preocupó por refregar salmuera en esa herida: el “yategate” de Martín Insaurralde, el tarjetero de la Legislatura bonaerense Julio “Chocolate” Rigaud, los bolsos de José López, la causa Hotesur-Los Sauces, el escándalo del programa Sueños Compartidos, los “ñoquis de La Cámpora”, los vínculos promiscuos entre política y sindicalismo, los peajes para otorgar permisos de importación en el Sistema de Importaciones de la Argentina (SIRA).

Todos los candidatos, con mayor o menor énfasis, desde distintas ópticas, se refirieron al asunto. Massa no perdió la compostura, pero solo atinó a consignar que había exigido de inmediato la renuncia de Insaurralde y a recordar algunas contribuciones legislativas que hizo o de las que participó su espacio en contra del fenómeno de la corrupción, como a ley del arrepentido y el planteo de incrementar las penas para los delitos contra la administración pública. Fue cuando Bullrich, en el momento del interrogatorio mutuo, le preguntó “¿cuándo van a dejar de afanar?”. Massa aprovechó para, después de hacer su descargo, recordarle la reticencia de Juntos por el Cambio para avanzar en dispositivos tendientes a identificar a “los parientes” que fugaron dólares.

Massa trata de zafar mostrándose como el líder de una “nueva etapa”, que se hizo cargo de la crisis y se propone encabeza un gobierno de unidad nacional, concepto que le viene al pelo para explicar sus sinuosas lealtades.

El de los enjuagues en el SIRA es un tópico menos trajinado y escandaloso. Se trata de coimas que se cobrarían para liberar dólares destinados a pagar importaciones bautizado con criterios epónimos como “tongolini”, por el secretario de Comercio Matías Tombolini, al que se le atribuye la implementación del método. Schiaretti lo enmarcó en los obstáculos que el Gobierno nacional impone a la producción para financiar, dijo, “la república del AMBA”. Milei le recriminó a Bullrich una reunión de su eventual ministro de Economía, Carlos Melconian, con el propio Massa, en la que éste le habría pedido que “cuide el SIRA”.

Miryam Bregman estuvo tan sólida como en el debate anterior no solo por su solvencia como polemista, sino también por una cuestión lógica: es la única candidata situada en el cuadrante ideológico de la izquierda; los otros cuatro van de centro derecha a derecha. Es una gran ventaja, porque no disputa feligresía con sus oponentes y podría mejorar su desempeño con fugas desde Unión por la Patria. Massa, que la defendió de los mandobles de Milei, le recordó en este sentido que la izquierda acompañó en el Congreso algunas propuestas del oficialismo y le preguntó si llegado el caso acompañaría su gobierno de “unidad nacional”. Chicanas, contestó la Bregman, aunque sería más exacto hablar de extemporaneidad. Ya habrá tiempo para contestar cuando se defina quiénes van al balotaje.

Fuente: El Ancasti

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