Análisis
Ayer se lanzó “Visit Catamarca”, la nueva plataforma turística de la Provincia, que incluye toda la información necesaria para planificar un viaje y una tienda de experiencias con la oferta de los prestadores para poder comprar directamente paquetes y otros servicios.
El trabajo que el área despliega desde hace años ha tenido incontrastable éxito en términos de difundir lo que la Provincia tiene para ofrecer, pero todos los esfuerzos se topan con un obstáculo que ninguna gestión ha podido hasta ahora salvar: la línea de bandera Aerolíneas Argentinas mantiene precios prohibitivos para Catamarca, notoriamente superiores a los del resto de las provincias de la región.
La iniciativa se inscribe en la intensa política de promoción para posicionar a Catamarca como destino que viene llevando adelante el Ministerio de Turismo, Cultura y Deportes ahora cargo de Daiana Roldán.
Volar a Catamarca cuesta alrededor de 500 dólares, cifra suficiente para desalentar los entusiasmos que pueden generar las políticas promocionales del Gobierno, por muy eficaces que sean.
Es un problema central que la empresa, cualquiera sea la adscripción política del Gobierno nacional, se ha negado a resolver con una pertinacia que ya podría calificarse como saña.
Un vuelo a Catamarca sale 80% más caro que a Tucumán, 29% más que a Salta, 26% más que a Santiago del Estero y 33% más que a La Rioja.
La imaginación de las autoridades de la compañía aérea para pergeñar pretextos y justificaciones para estas asimetrías es proporcional a la ausencia de voluntad para explorar soluciones.
La respuesta a los innumerables reclamos que se les han planteado puede resumirse en un concepto: embrómense.
De este modo, Aerolíneas Argentinas aparece como enemiga del desarrollo turístico catamarqueño, cosa que los legisladores nacionales de la provincia no parecen tener en cuenta para al menos atenuar las encendidas defensas que hacen de la línea de bandera, que parece dispuesta a beneficiar a todo el país menos a Catamarca.
En julio del año pasado hubo un episodio televisivo tan cómico como ilustrativo respecto del carácter marginal que para la Nación sigue teniendo Catamarca en materia turística.
Recién asumido como ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Suturzenegger se refería a los beneficios que devendrían de la política de “cielos abiertos” para promover líneas “low cost”, en un panel del que participaban también el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo y el secretario de Turismo, Daniel Scioli.
Asombrado porque todavía hubiera lugares en la Argentina carentes de conexión aerocomercial, el “coloso” de Milei reveló la existencia del Campo de Piedra Pómez de Antofagasta de la Sierra.
A criterio del funcionario, el Campo de Piedra Pómez “sería un atractivo tan espectacular como el Gran Cañón del Colorado” si estuviera en los Estados Unidos, pero por desgracia estaba localizado a seis horas de viaje en automóvil desde San Fernando del Valle de Catamarca.
Hecho el concienzudo análisis, consignó la solución: el Campo de Piedra Pómez “está a 40 minutos de vuelo de Córdoba”.
“¿Cómo puede ser que no tengamos una conexión directa de Córdoba y entonces a una hora y media de Buenos Aires podamos llegar a ese lugar?”, se preguntó.
Sorprendente, la verdad. Tanto, como que no se le haya ocurrido que el exótico paisaje está más cerca de San Fernando del Valle de Catamarca, que tiene aeropuerto, que de Córdoba.