La crisis del dengue desnuda la improvisación de un Gobierno nacional que, más ensañado que obsesionado con su consigna de “déficit cero”, subordina a la rapacidad de la motosierra su obligación de configurar un aparato estatal eficiente.
Que se envanezca de haber echado a 15.000 empleados públicos mientras que para responder al flagelo del “Aedes aegypti” solo atina a liberar las importaciones de repelente es revelador.
Mosquito alcahuete y traidor, venir a batir cuándo es indispensable un Estado presente. No se trata solo de destruir lo supuestamente nocivo; más importante es la construcción de un sector público conducido y administrado por gente idónea.
Gracias al “aedes” delator, la sociedad pudo enterarse de que un departamento burocrático denominado Ministerio de Salud de la Nación se salvó de la reestructuración libertaria y que su titular es un médico llamado Mario Russo.
El galeno estaba muy tranquilo, convenientemente oculto tras las celebraciones por el superávit financiero y el estruendo mediático y virtual de las peleas contra castas, nidos de ratas y degenerados fiscales. Con más de 180 mil casos confirmados y alrededor de 130 muertos, la escalada del dengue lo obligó a abandonar tanto el cómodo anonimato como el “dolce far niente”. Qué incordio.
El debut del funcionario en la escena pública no contribuyó a mermar las inquietudes sanitarias. Más bien las estimuló.
Calculó que la escasez de repelente se resolvería en un par de semanas, pero no solo por la apertura de las importaciones.
«Hemos hablado con los productores de repelentes, que nos comentaron que han cambiado su logística para producir, lo están haciendo a su máxima capacidad”, reveló.
Calma, argentinos, ya viene la caballería. Lleva más de tres meses en el cargo. Que no haya hablado con los productores antes es, antes que una lástima, una irresponsable omisión.
“Faltó impulso los últimos años en la Argentina en la tarea fundamental para combatir el dengue, que es eliminar los huevos y eliminar los mosquitos», explicó.
«Tenemos que aprender de estos errores del pasado y a partir de ahora, tal cual lo estamos proponiendo, pensar para adelante, pero avanzar fuertemente en el tema de descacharreo, limpieza, en el caso de que corresponda fumigación si hay muchos mosquitos en el área. Me parece que es por ahí», dijo.
¿Le parece? ¿Y por qué no tomó las previsiones del caso en cuanto asumió, si tan clara la tenía?
Debió hablar con los productores y procurar garantizar la provisión de insumos para prevenir en diciembre, en cuanto le entregaron la manija de la cartera.
La proverbial picardía criolla se puso en funcionamiento mientras tanto para salvar la distracción.
Los argentinos que viajan al exterior aprovechando que ahora la relación del tipo de cambio les resulta barata, se trajeron entre la vestimenta y los artefactos que contrabandean para ayudarse a financiar los periplos o hacer una diferencia dotaciones del repelente tan demandado y escaso en el país.
En Mercado Libre se comercializa por hasta $70 mil el aerosol de 70 mililitros. Es la famosa “mano invisible” del mercado que tanto fascina a los libertarios.
En cualquier caso, que las existencias de repelente alcancen no depende del Ministerio de Salud ni de Russo, sino de otras reparticiones.
En lo que concierne a sus responsabilidades, el ministro tomó decididamente el timón y advirtió sobre los severos peligros de utilizar indumentaria inadecuada. Hay que «usar mangas largas, ropa clara y holgada y tener cuidado con los pantalones cortos», recomendó.
Pese al sesgo religioso que el presidente Javier Milei imprime a la gestión de Las Fuerzas del Cielo, Russo se abstuvo de sugerir cadenas de oración para implorar por el cese del desabastecimiento de repelentes y la pronta llegada de fríos que aplaquen el entusiasmo reproductivo del “aedes aegypti”. Es improbable que desconozca la predilección por las temperaturas templadas que tiene el díptero para ponerse querendón.