Los conflictos son parte esencial de la política, particularmente en épocas preelectorales. Pero a juzgar por la exacerbación de las peleas, las acusaciones cruzadas y el nivel de efervescencia casi permanente, el este de Catamarca, o casi todo el este, es terreno donde se libran batallas que exceden los límites de lo tolerable. No es un problema exclusivo de la región, sin dudas, pero por razones que son complejas de precisar, en algunas localidades de la zona la pasión política suele derivar en transgresiones poco edificantes.
Recreo es un ejemplo muy actual y emblemático de estas controversias exageradas, pero también son moneda corriente en Santa Rosa, Icaño y, hasta no hace mucho, en Los Altos. En la capital del departamento La Paz la campaña no transita precisamente por los carriles de las propuestas constructivas para potenciar el desarrollo de esa jurisdicción, sino que se caracteriza por la denigración del adversario con modales inapropiados y tonos amenazantes. Y hasta se han registrado episodios de violencia física cuya investigación ya tramita, o debería tramitar, la Justicia.
El intendente y precandidato a la reelección Luis Polti mencionó de un modo provocador en un acto político al delegado de ATE y precandidato a concejal por una de las listas de Juntos por el Cambio, José “Torito” Herrera, con quien mantiene una disputa de tipo personal. Lo tildó de “burro” y “golpeador de mujeres” y le advirtió: “Te queda muy poco tiempo en el gremio y muy poco tiempo dentro del municipio». Herrera, junto con otros dirigentes de su espacio político, está acusado de agredir al director de la Policía Vial Municipal de Recreo, Claudio Fernández, cuando personal municipal intentó retirar unos carteles que estaban siendo colgados en una columna del alumbrado público, lo que está prohibido por ordenanza.
La respuesta de Herrera no se hizo esperar: “Todo lo que dice Polti es él. Todo lo que dice de otra persona que por ejemplo es maleducada, violenta, chora y todo lo que quiera decir, es él”. Y respecto del incidente por los carteles argumentó que solo se defendió.
El enfrentamiento, contra Herrera y los trabajadores del municipio en general, es de vieja data: comenzó, al menos públicamente, cuando el intendente cesanteó, a los pocos días de asumir, a 56 trabajadores y tildó de “vagos” y “drogadictos” a los empleados de la comuna. En marzo de 2020, Herrera denunció que Polti le tiró su camioneta encima, amenazando con atropellarlo. En octubre de ese año presentó denuncia similar otra dirigente gremial, Silvana Varela. Herrera ya había sido arrestado arbitrariamente en el Festival del Cabrito de ese año por pedido del intendente, que argumentó un inconstitucional derecho de admisión.
En abril del año pasado, Polti amenazó con pegarle un tiro a José Luis Quinteros, del área de Obras Públicas del municipio recreíno, y antes, en el peor momento de la pandemia, había maltratado verbalmente y sancionado a una enfermera que le había solicitado le proporcionara más barbijos para el personal de salud.
Con esos antecedentes va Polti a intentar conseguir su reelección. Y contra todo razonamiento surgido de la lógica democrática, en vez de intentar lavar la imagen de dirigente prepotente que ha instalado por voluntad propia, redobla la apuesta con la convicción de que ese perfil le puede servir para cosechar los votos necesarios para continuar cuatro años más en el sillón de la intendencia. Del otro lado de la vereda política tampoco se advierten procederes que sean respetuosos de las instituciones, tal vez confiando en que, si los adversarios cosechan adhesiones a los gritos y con actitudes amenazantes, la oposición también pueda sumar votos golpeando a funcionarios municipales.
Fuente: El Ancasti

