La renuncia de Cristina Kirchner a postularse como candidata el año que viene precipitó reorientaciones en un peronismo que se queda sin su principal insumo electoral.
La defección quizás se revierta, pero ha impactado con particular fuerza en la provincia de Buenos Aires, donde la ausencia de la lideresa en las boletas deja un tendal de huérfanos por insuficiencia de tracción.
Los movimientos de las organizaciones sociales, munidas del arsenal de los programas de asistencialismo, acentúan la inquietud de la dirigencia y la burocracia peronistas tradicionales.
La Matanza, el distrito de mayor volumen electoral de la provincia, bastión del kirchnerismo, destaca como paradigma de esta tensión. Allí Emilio Pérsico, jefe del Movimiento Evita, con el control sobre la mitad del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, promueve a su compañera, Patricia “La Colo” Cubría, contra las pretensiones de continuidad del intendente Fernando Espinoza.
Pérsico había iniciado acercamientos y pactado una tregua con el kirchnerismo, incluso se había reunido con Cristina, pero la dimisión electoral de ella luego de ser condenada por corrupción abre una vacancia de ardua cobertura.
Sin CFK el panorama es otro, las facciones revisan tácticas y referencias.
Carentes de una figura que articule en la provincia –una de las posibilidades era que Cristina jugara su reelección como senadora nacional- los intendentes del Conurbano diseñan un repliegue sobre sus municipios y partidos para tratar de encapsularse ante la crítica situación nacional. Como la mayor parte de los gobernadores, muchos de los cuales ya han definido que celebrarán sus elecciones provinciales desdobladas de las nacionales.
Persiste un grupo que irán en simultáneo, como el catamarqueño Raúl Jalil, pero la tendencia mayoritaria es a despegar de la Casa Rosada. Si la caída en la consideración pública se revierte el peronismo consigue empinar una fórmula presidencial competitiva, habrá tiempo para acomodar.
En este marco cobran mayor gravitación los cacicazgos. Los intendentes del Conurbano aceleran el afianzamiento de los vínculos con los gobernadores, en busca de una estrategia colectiva que compense la dispersión nacional.
Cumplido el ritual formal de repudiar la condena a CFK y denostar al Partido Judicial, los mandatarios volverán a reunirse en el Consejo Federal de Inversiones para evaluar el panorama. Seguramente estará también el bonaerenses Axel Kicillof, al que la ausencia de Cristina perjudica particularmente porque lo debilita ante los intendentes y La Cámpora.
Jalil, mientras tanto, no deja de cultivar las relaciones con la Presidencia. Ayer, por caso, volvió a pedir en Pomán respaldo para Alberto Fernández, quien no ha desistido de su sueño reeleccionista y la propia Cristina.
Estas manifestaciones del gobernador son consideradas inconvenientes en amplios sectores del peronismo, inquietos por las réplicas locales que podría tener el desbande nacional, pero él insiste con que lubrican el flujo de fondos nacionales.
La decisión de jugar su reelección en el turno agosto-octubre, junto con la Nación, ha terminado con la discusión por el desacople. La senadora nacional Lucía Corpacci, por omisión, lo apoyó.
Diferir la campaña le da a Jalil también mayor margen para administrar los recursos que direcciona a los municipios, que contarán con aportes extra para afrontar el pago del aguinaldo.
La fiebre política en el peronismo comenzará a levantar después de marzo, una vez que la oposición defina un tema clave: la nueva conducción de la Unión Cívica Radical, cuya convención se reúne el viernes.
Fuente: El Ancasti
